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Todo empieza con esa cámara que te regalan por tu octavo o noveno cumpleaños.
Esa primera cámara personal "analógica" con la que sueñas que vas a inmortalizar los mejores momentos de tu infancia, de tu vida.
Comienzas a disparar a sol y sombras, a conocidos y desconocidos que luego no recuerdas, lugares que se pierden con el paso del tiempo, pero tambien los que no cambian.
Con el tiempo mi mirada tras el ocular, mi visión de la vida es distinta, pero continuo con la misma ilusión con la que revelé mi primer carrete...
Aitor Sánchez
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